martes, 5 de agosto de 2008

LA DAMA. Siempre, eterna, protectora


Ayer ocurrió algo que a la mayoría de la gente le pasó por alto. Ayer fue el aniversario de un descubrimiento que ha levantado pasiones encontradas y que ha hecho correr, no ya ríos, sino mares, océanos de tinta. Ayer fue el aniversario del descubrimiento de uno de los bustos más bellos, interesante y arrolladores que jamás se hayan esculpido. En un ayer de hace 111 años, un chiquillo que ayudaba a su padre en las labores del campo clavó su azadón y, de repente, éste rebotó contra algo duro y que, teóricamente, no debía estar allí. Escarbaron y descubrieron unas lajas de piedra que formaban un cubículo, curiosamente, colmatado de arena, de fina arena de playa. Este hecho, aún más anormal que el anterior, acrecentó la curiosidad de los que, sin duda, se habían agolpado alrededor de ese "descubrimiento" e, imagino, que retirarían la arena para ver "qué había debajo"... cual fue su sorpresa al desenterrar lo que en un principio parecía un trozo de piedra tallado y que luego fue tomando forma de mujer. De bella mujer de ojos almendrados, labios de carmin y lujosamente atavida con ropajes, mantos, joyas, diademas y rodetes. Tan exquisitamente tallados todos los detalles que parecía que en cualquier momento iba a hablar. Y lo más "curioso" una oquedad es en espalada......

Acabamos de encontrar LA DAMA de Elche.... su periplo desde ese 4 de agosto de 1897 hasta nuestros días ha sido largo, tedioso y a veces, tenso, pero ahora descansa en su piel de toro, junto a otras piezas de su misma época (ibérica) que la completan y, todas juntas, nos hacen el mayor regalo de nuestra vida: nos cuentan nuestro pasado.

Este no séra el último tributo que dedique a LA DAMA, a la que admiro, quiero, necesito, estudio (pobremente, pero lo hago) y, a veces, llega a obsesionarme. He querido en este momento recuperar un texto de hace tiempo, en la que es LA DAMA la que nos habla. Os dejo con él. Yo, mientras, tal vez me acerque a su casa y, de nuevo, me emocione ante su presencia y me rinda a su mirada.

UNA DAMA PROTECTORA



Si paseas alguna vez por la calle Serrano de Madrid, a la altura del número 13 sentirás que algo, alguien, te susurra, te llama insistentemente y, sin saber como, dirigirás tus pasos hacia un imponente edificio, cuyas puertas están custodiadas por dos arpías, animales fantásticos que, como soldado valiente y aguerrido que simbolizaba en la antigüedad, vence al enemigo, en definitiva, protege su territorio de aquellos que quieren mancillarlo. Una vez que estos protectores te dejan pasar, pues saben que estás oyendo la voz, ya no habrá vuelta atrás y te verás sorprendido en un torbellino de belleza, simbolismo, rituales que te llevarán, sin solución de continuidad, hasta el origen de la voz que te llamó. Esa voz aterciopelada, sensual pero firme, dulce pero enérgica… la voz de la Dama que, desde su vitrina, vigila a todo aquel que entra en el edificio que la custodia para las generaciones venideras: el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Desde su privilegiada posición, centro de todas las miradas y, a su vez, ella misma protectora de todo lo que le rodea. Y cuando estás frente a ella, te das cuenta de lo pequeño que eres, de lo mucho que te queda por aprender, de todo lo que eres capaz de escuchar y crecer, del esplendor de aquellas gentes de las que provienes.
Ella te mira, con sus ojos almendrados, que recuerdan a las grandes Korai griegas, y pierdes la noción del tiempo y del espacio. Y cuando te empieza a hablar sobre ella y sobre aquellos que le dieron forma, el aire apenas entra en tus pulmones:

"Fui esculpida en tierras ilicitanas, mi casa fue el pueblo que ahora denomináis L´Alcudia. Allí, manos expertas, moldearon un bloque de caliza hasta que el cuerpo de una mujer con ricas vestimentas y delicadas joyas quedó terminado. Era yo… sí, no te sorprendas viajero, en origen tuve un cuerpo, no recuerdo bien si estaba sentada o de pie, disculpa el vacío sobre esa parte de mi vida, pero los siglos no pasan el balde, ten en cuenta que estoy aquí desde el siglo IV a.C., son muchos años y muchas visicitudes las que he pasado hasta llegar a este momento.
Fui concebida para proteger a un difunto y, con mi poder de diosa, de Dama influyente, ayudarle a llegar al más allá y disfrutar de la vida que nuestros dioses nos ofrecían, por eso tengo esa oquedad en la parte posterior de mi cuerpo, justo en mi espalda. ¿Quién eres, dices?... soy una diosa, una gran Dama, una aristócrata… sólo yo lo sé, pero no te lo diré pues si tienes curiosidad por mi tendrás que averiguarlo; únicamente te diré que no te arrepentirás si lo intentas, no te voy a defraudar. Sólo te voy a dar una pequeña pista para que sigas interesándote: En los últimos momentos de mi vida, aquellos entre los que había convivido, me escondieron, manos piadosas me sacaron de aquel lugar al que estaba destinada y me hicieron un escondrijo para que las ordas bárbaras que nos atacaban no mancillasen mi persona. En ese escondite, fabricado de losas hincadas en las arena me colocaron y, para no sufrir daño alguno, me recubrieron de la fina arena de playa que trajeron de la costa… y allí permanecí, oculta a todos hasta hace poco, para mi poco. Un día, recuerdo que hacía mucho calor, sentí como alguien caminaba muy cerca, demasiado cerca y, de repente, voces, alboroto y algunas manos empezaron a quitarme el peso de la arena de playa que me había acompañado durante tanto tiempo. Luego supe que ese día era un cuatro del mes llamado agosto, de un año…. Sí! 1897 era. Las imágenes de ese momento van viniendo… me miraban sorprendidos, asustados, pero con respeto…. No sabían nada de mi ni de quienes me habían traído a la vida, pero sabían que estaban ante alguien importante. Me llamaron la “Reina Mora” no sabía porqué, aunque luego me enteré que era por mis adornos, parecidos a los de las mujeres árabes que habían poblado estas tierras después, mucho después que yo y que dejaron constancia de sus costumbres. Fui la gran noticia del momento, un fenómeno inusual en esas tierras tranquilas. Todos querían verme, incluso un hombre que hablaba un idioma diferente al que yo estaba acostumbrada y que tenía un nombre gracioso, nunca lo olvidaré: Pierre Paris. Él supo que yo era algo grande, muy grande y consiguió arrancarme de mi tierra dorada para llevarme a su país, a su gran museo y allí permanecí, de nuevo, largo tiempo, hasta que pude regresar a mi tierra. Los motivos del regreso no fueron los mejores, pues fui moneda de cambio, me utilizaron para un programa político que yo no entendía y eso me enfureció, pero lo importante es que volvía a ver que mi sol volvía a acariciar mi rostro, y después de una estancia en un edificio cercano a este, donde hay grandes cuadros pintados por manos expertas y piadosas, vine a este lugar, mi hogar desde hace tiempo y en el que estoy acompañada de mi gente, de aquellos que convivieron conmigo en el mismo tiempo aunque no en el mismo lugar, pero eso no importa. Todos juntos somos una fuente inagotable de conocimiento que, por nosotros mismos –aislados- no tenemos, pero aquí reunidos realizamos la importante misión de dar testimonio de nuestra civilización, que te ha precedido, y podemos enseñarte mucho, más de lo que imaginas… ¿Te apetece seguir descubriendo?..."

El Museo Arqueológico Nacional de Madrid está ahora mismo inmerso en un proceso de remodelación integral. Sin embargo sus piezas más importantes y representativas de todas las épocas se han unido en una exposición que se puede visitar todos los días (excepto los lunes).
Dirección: C/ Serrano, 13 (Madrid)
Página web: http://man.mcu.es/


Texto: Belisker
Foto: MAN (Museo Arqueológico Nacional)

3 comentarios:

Mayte dijo...

No me voy a enrollar aquí sobre el debate que acompaña a La Dama en el lugar donde fue hallada. Allí, (excepto algunos que de verdad la admiran) lo único que le tienen es sentido de la propiedad. Sé bien de lo que hablo, pues he vivido allí…Ojalá mas ilicitanos le tuvieran, tuviésemos, el amor, el respeto, el afecto que le tienes. Ojalá estudiaran una mínima parte de su vida, esa que tan bien tú conoces. Entonces, tal vez, entendería sus reclamaciones.
Ahora, sinceramente señores, que La Dama se quede donde está… Ah que muchos de ustedes tampoco lo saben...

Felicidades por el texto, y por lo que lo rodea Belisker

Sasian dijo...

Bella Dama, aún sigues llamándonos en un susurro para ocupar el lugar que mereces.
Nos gusta saber de tí, y Belisker nos ayuda a conocerte más

un abrazo

dsdmona dijo...

Bonita manera de darnos a conocer la vida de una bella Dama.

Gracias

D.