Una hora de camino de casa al trabajo dan para mucho y más cuando es de noche y hay pocos coches en la carretera. El caso es que ayer, cuando llegamos a casa después de varias compras para el jardín, justo al lado de la puerta del mismo están las torres de cd y dvd y de repente y no sé muy bien porqué, me fije en el lomo de la peli "El viaje de Chihiro", y hoy, mientras veníamos a trabajar me ha dado por pensar en ella.
En un acto de absoluta prepotencia (mis disculpas por caer en el octavo pecado capital) me gustaría, encarecidamente, recomendarla (cuando recomiendo algo me siento bastante prepotente, no creo que sea la persona adecuada, en fin, soy así :)!!.). El que sea anime puede echar a la gente para atrás a la hora de decidir verla, pero esto sólo puede ocurrir con mentes cuadradas o miedosas de ver algo diferente por si les cambian sus ideas. No digo que a partir de esta película la gente se vuelva una friky del anime y cultura japonesa, pero desde luego le cambiará muchos conceptos equivocados.
El viaje de Chihiro es una historia deliciosa, donde la fantasía es la absoluta protagonista. No hay nada imposible en ese mundo y todo tiene su razón de ser, todo es lógico y nada es extraño.
Fue la primera película que vi, entera, de anime y he de reconocer que al principio estaba bastante excéptica pues había visto trozos de otros, basados en manga que me dejaron horrorizada, pero el viaje de Chihiro me enganchó desde la primera escena en que se ve a Chihiro más cabreada que una mona tumbada en el asiento de atrás del coche de sus padres. A partir de ahí, ya no pude dejar de mirar, disfrutar, sentir, embelesarme.... Después de ella vinieron otras, como la Princesa Mononoke (del mismo director que El viaje...) o el Castillo ambulante, todas con ese toque de fantasía que sólo el anime puede dar y que sólo en estas películas tiene sentido.
Vamos a retomar otra de nuestras buenas costumbres, que hemos dejado un poco por todo el ajetreo que hemos tenido en los últimos meses, el cena-cineclub y, desde luego, esta va a ser la protagonista cuando me toque a mi hacer de maestra de ceremonias.
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