Hace tiempo leí un libro de Espido Freire titulado Hijos del fin del Mundo y este año estuvimos allí, justo donde acaba la tierra y empieza el fin del mundo... o eso parece.


Quedan intactos los recuerdos, las experiencias y las ganas de volver. Porque seguro que volvemos, incluso, tal vez, como peregrinas.... ¡Menuda experiencia!
