
Pals es un pueblecito del Baix Empordá, situado en la cima de Puig Aspre. Aterrizamos en él gracias a las indicaciones de Ricart, del centro de buceo Xaloc en L´Estartit. Llegamos al atardecer, después de una lucha titánica entre ir a Pals y Peratallada o a Empuriabrava. Al final, ganó Pals. Como cuanod llegamos ya casi era de noche y, por tanto no íbamos a ir a Peratallada nos dedicamos a pasear tranquilamente por sus calles empedradas, entre casas de piedra destilando racio abolengo. 



Declarado Conjunto Histórico Artístico, la remodelación de su casco viejo es un ejemplo, para mucho de lo que es la recuperación del urbanismo medieval de la zona, aunque, como siempre, haya detractores que la consideran demasiado perfecta.
Sea así o no, la verdad es que pasear por sus calles (cuestas, que para eso está en la cima de una montaña) es un verdadero placer. Cada rincón es un lugar para el recogimiento, para el deleite de la vista.
Sus, apenas, 2900 habitantes deben sentirse orgullosos de su pueblo, de sus cuidadas calles y de la oferta turística que ofrecen a los viajeros que recalan en él.

Visitamos la Iglesia de Sant Pere (en la que al pricipio creímos que había una máquina de vending de refrescos al lado del confesionario, pero, al acercarnos, nos sorprendió que no eran refrescos lo que contenía sino, cirios....), paseamos por la muralla medieval del siglo XII-XIV, pasamos por Ca la Pruna, casa fortificada del siglo XV, donde se sitúa el museo de arqueología submarina, al que, por desgracia, no pudimos entrar.
Terminamos nuestro paseo en el mirador de José Pla donde parece ser que hay unas vistas espectaculares del Ampurdan pequeño o Ampurdanet, pero eso nos lo tuvimos que imaginar porque ya había caído la noche.
No sé si de día el pueblo será mejor, pero de noche te deja impresionada.

