No tuviste ninguna oportunidad. Estabas en desigualdad abrumadora, pero aún así, luchaste hasta el final. Ni uno, ni dos ni tres meses; te fuiste en la noche de un frío catorce de diciembre; te marchaste de forma pausada, sin dar mucha guerra; sencillamanete te durmieron para que no sintieras dolor mientras la agonía y el cáncer se hacían cada vez más fuertes y, simplemente, dejaste de respirar. Así te fuiste. Cerraste los ojos y lo último que viste fue a tus personas amadas.
Después de dos días en los que aquellos que te querían, te conocían o, simplemente, te habían visto un par de veces, pudieron despedirse de ti, descansas en tu tierra castellana. Compartes orígenes con una gran mujer y excelente escritora. Tierra fría y abigarrada, de gentes nobles, como tú. Tierra de nieve y frío cortante, como hacía la noche que llegamos contigo para darte un último adiós.
Dejas muchas cosas aquí, dejas a tu familia y amigos pero, sobre todo a Lopo y Paco tristes, muy tristes. Evidentemente, ellos no querían que te fueras, aunque lo sabían, pero querían que estuvieses un poco más con ellos, así de necesaria era tu presencia. Necesitaban cuidarte, mimarte, sentir que estabas con ellos. “Era toda mi vida” oí decir a Paco; “Qué voy a hacer ahora sin él” confesó mi hermano… así te querían, así te necesitaban. Eras su compañero, su mejor amigo y ahora, no te tienen. Tienen tus gestos, tus risas, tus cabreos, tus miradas y el recuerdo de tu voz. Tal vez todo ello atenúe la tristeza de no tenerte en persona. Espero de todo corazón que el dolor que ahora sienten se vaya modificando y convirtiendo en una nostalgia dulce que, cada vez que les invada, no les haga llorar, sino sonreírse y sentir ternura, cariño y amor.
Cuando estaban a punto de depositarte junto a tu familia, sentiste algo dulce que se posaba en tu caja, que te protegía del frío, era un beso, un último beso de despedida. Sentiste que te arrancaban algo, era el símbolo de ese Dios que ha necesitado de ti y que ellos querían tener consigo como el último recuerdo, un último intento de retenerte, de no dejarte marchar, de pedirte, inútilmente que no te fueras. Ellos sabían que no era posible, pero no por ello dejaron de intentarlo. Así es la naturaleza humana, luchadora hasta el final. Como tú.
Allá donde te encuentres ya no siente frío ni ese miedo a la oscuridad que no te dejaba dormir solo. Ahora estás con tu familia, tu hermana, tus padres. Ellos cuidan de ti. Por favor, cuida tú de Paco y de Lopo. Aún te siguen necesitando; seca sus lágrimas, dulcifica su dolor y no permitas que ese vacío que ahora sienten por tu ausencia se prolongue en el tiempo aunque, ¿sabes?, serás insustituible en su corazón, en sus vidas, en su alma. Yo te ayudaré, te ayudaremos todos, pero como ya te dije, sólo tú puedes darles algo de paz.
Después de dos días en los que aquellos que te querían, te conocían o, simplemente, te habían visto un par de veces, pudieron despedirse de ti, descansas en tu tierra castellana. Compartes orígenes con una gran mujer y excelente escritora. Tierra fría y abigarrada, de gentes nobles, como tú. Tierra de nieve y frío cortante, como hacía la noche que llegamos contigo para darte un último adiós.
Dejas muchas cosas aquí, dejas a tu familia y amigos pero, sobre todo a Lopo y Paco tristes, muy tristes. Evidentemente, ellos no querían que te fueras, aunque lo sabían, pero querían que estuvieses un poco más con ellos, así de necesaria era tu presencia. Necesitaban cuidarte, mimarte, sentir que estabas con ellos. “Era toda mi vida” oí decir a Paco; “Qué voy a hacer ahora sin él” confesó mi hermano… así te querían, así te necesitaban. Eras su compañero, su mejor amigo y ahora, no te tienen. Tienen tus gestos, tus risas, tus cabreos, tus miradas y el recuerdo de tu voz. Tal vez todo ello atenúe la tristeza de no tenerte en persona. Espero de todo corazón que el dolor que ahora sienten se vaya modificando y convirtiendo en una nostalgia dulce que, cada vez que les invada, no les haga llorar, sino sonreírse y sentir ternura, cariño y amor.
Cuando estaban a punto de depositarte junto a tu familia, sentiste algo dulce que se posaba en tu caja, que te protegía del frío, era un beso, un último beso de despedida. Sentiste que te arrancaban algo, era el símbolo de ese Dios que ha necesitado de ti y que ellos querían tener consigo como el último recuerdo, un último intento de retenerte, de no dejarte marchar, de pedirte, inútilmente que no te fueras. Ellos sabían que no era posible, pero no por ello dejaron de intentarlo. Así es la naturaleza humana, luchadora hasta el final. Como tú.
Allá donde te encuentres ya no siente frío ni ese miedo a la oscuridad que no te dejaba dormir solo. Ahora estás con tu familia, tu hermana, tus padres. Ellos cuidan de ti. Por favor, cuida tú de Paco y de Lopo. Aún te siguen necesitando; seca sus lágrimas, dulcifica su dolor y no permitas que ese vacío que ahora sienten por tu ausencia se prolongue en el tiempo aunque, ¿sabes?, serás insustituible en su corazón, en sus vidas, en su alma. Yo te ayudaré, te ayudaremos todos, pero como ya te dije, sólo tú puedes darles algo de paz.
Texto: Belisker
2 comentarios:
queda demostrado una vez más que siempre se van los mejores, y quien más necesario es
Sí, tienes razón Uroboros.. siempre se van los mejores y eso me hace pensar en todos los que me rodean, que alguna vez también se irán porque ellos son lo mejor que me ha pasado en el mundo y me aterroriza pensar que algún día no los tendré, como a Timo. Por otro lado también me hace reflexionar y darme cuenta que el tiempo que estemos juntos debo aprovecharlo al máximo, disfrutar de ellos, de su amor, amistad, cariño, respeto... de todo lo que son capaces de dar; una lección que todos debemos aprender, que la desaparición de alguien no se quede solo en eso, en el "ya no está", sino que nos ayude a disfrutar más y mejor de las pequeñas cosas y de todos aquellos que amamos, sin perder el tiempo en vanalidades.
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