sábado, 29 de agosto de 2009

Belleza bajo el mar

Es en verano cuando las playas se atestan de gente. Todos ansiamos disfrutar de una de las maravillas del mundo natural: el mar. Ansiamos tirarnos en la arena, tostarnos al sol, disfrutar de los beneficios de esos días de descanso en los destinos preferidos por excelencia de la mayoría de nosotros: las playas, ya sean de nuestro país y de lejanas tierras.
Lo que no todos sabemos es que si la belleza a 0 metros sobre el nivel del mar es extraordinaria, a -5, -10, -15.... metros hay un mundo lleno de vida, de historias, de belleza, de imaginación, de ternura, de muerte.....
Una de mis chaladuras es el buceo y después de unos meses sin sentir el peso de la botella sobre mi espalda, este verano me he resarcido y he podido disfrutar de la belleza submarina del levante mediterráneo. Éste está plagado de pequeñas "islas" en forma de barcos hundidos, pantalanes olvidados y cortadas donde la vida florece, donde flotas y donde, por unos minutos, dejas de andar para dejarte arrastras y mecer por el mar de fondo (siempre que éte sea ligero y no una verdadera corriente, entonces ya veríamos je je je). La mayoría de esas islas de vida, son barcos hundidos, normalmente a propósito para formar colonias de peces, anémonas y todo bicho submarino que pueda encontrar entre los hierros, puertas y cajones, un lugar donde vivir, alimentarse y desarrollarse. Cuando bajas y las formas de los barcos, sobre todo si la visibilidad no demasiado buena, van tomando forma, el corazón se te acelera, el ordenador que controla tu respiración empieza a pitar como un descosido porque cree que algo no va bien, y la imaginación empieza a echar humo dándole una historia a ese barco y, normalmente, la historia que tú te montas en la cabeza es mucho más romántica de lo que en verdad pasó. Los barco, o pecios como se denominan

en gerga, siempre me han dado mucho respeto, precisamente por su aspecto fantasmagórico, sus formas envueltas en bruma me hace sentir cierto temor, como si en el momento de acercarme al casco, el barco se pusiera en movimiento de repente, pero cuando estas a muy poquitos centímetros esa sensación de desasosiego deja paso a la admiración por toda la vida que allí se desarrolla.






Los peces te miran curiosos, incluso parece que están enfadados porque de repente, una mole que no hace más que echar burbujas invade su terreno, se mete por todas partes e intenta jugar con ellos, como si a ellos les apeteciese lo más mínimo, entretenerse con nosotros... Si te paras a mirar a tu alrededor, parece una gran ciudad, en la que todos tienen prisa, van de un lado a otro, corriendo, perdón, nadando a toda pastilla, como si el autobús se le fuera a marchar, como si llegaran tarde al trabajo, todo se mueve o no.... también encuentras maravillas que, dentro de su aspecto amenazador, guardan una gran belleza (y con ellos se hace un pastel exquisito, aunque, personalmente, no puedo comerme algo que me mira o me ha mirado....)




Pero la belleza no sólo existe en los animales. Las rocas o cualquier superficie susceptible de poder agarrarse, es el hogar perfecto para un sinfin de plantas de unos colores extraordinarios y de unas formas caprichosas que hacen que te asombres de tal explosión de colores y formas. Las anémonas, con sus largos filamentos, parecen árboles que se mecen, como los de la tierra firme, en su caso por el mar de fondo y su movimiento, te hipnotiza, te tranquiliza. Los espirógrafos, que parecen paraguas desprovistos de tela, solo el esqueleto, de una belleza tan delicada y tímida a la vez, que provoca que al menor contacto se escondan en su tronco, las plantas de todos los colores que se apretujan unas contra otras para formar maravillosos tapizados.....




















Y junto a estas preciosidades el hombre no puede por menos que dejar su huella, esta vez no para apoyar l vida submarina sino, más bien, para aprovecharse de ella y te encuentras, de repente, con un gran tubo, que lleva dios sabe qué (sí lo sé, pero mejor no decirlo) hasta un lugar indeterminado del Mare Nostrum

Aún así, a pesar de su misión a pesar de su rudeza, tiene cierta belleza.

Todo sorprende, aunque estés muy acostrumbrado, o al menos a mi me pasa, que me sorprendo de todo lo que se mueve y no y cada descubrimiento, de un pulpo, de una morena, de un congrio siento lo que creo que deben sentir los niños en la mañana de reyes... una inmensa emoción




















Cuando subes a la superficie y regresas a puerto en el barco, en le trayecto observas cómo se mueve la bandera en el mástil y recuerdas que a 15 metros bajo tus pies otro viento, otra bandera, se agita en un intento desesperado por seguir cumpliendo una función que hace mucho le fue arrebatada.


Texto y fotos: Belisker