domingo, 14 de septiembre de 2008

Froilán, vas a ser un drogata


La mañana se prometía bastante liada, como lo fue el día de ayer. Muchas cosas hay que hacer y arreglar antes del lunes. Nos levantamos temprano y como no había cola-cao en casa, bajé un momentín a la tienda del barrio a comprarlo, aprovechando también para sacar a Thot un rato y traerme el periódico. De vuelta a casa con el cola-cao (light que estamos en plena lucha contra los michelines), el perro y el diario, entre vigilar al can y estar atenta para no tropezar (que una es bastante torpe) tengo tiempo para echar una ojeada a los titulares de la primera página y leo, en la esquina inferior izquierda: “…comparan el aborto con el holocausto…” y pienso, ya casi en el portal,….”seguro que es alguna ida de olla de algún cardenal trasnochado..”… y subo las escaleras alegremente, oliendo ya al pan tostado… nos sentamos y empezamos a desayunar: en la tele un especial que repasa los mejores videos de Madonna, hace que retrocedamos unos cuantos años… “La isla bonita”, “Like a prayer” nos quedamos mirando y disfrutando de la música y las imágenes. Recordamos la que se lió con el video y la canción de Like…. JA!!!! Eso no es nada!!!!!!!!!! Comparado con lo que íbamos a leer en unos minutos; y es que como la mujer puede hacer varias cosas a la vez, estábamos desayunando, disfrutando de la música y leyendo el periódico, pero al llegar a la noticia que antes he comentado el mundo se paró, Madonna desapareció y la leche con el cola-cao se agrió. Resulta que lo que creía que era otra pataleta de ese clero de doble moral es, en realidad un libro de texto que los chicos de 14 a 16 años van a estudiar en los colegios privados y católicos dos veces en semana. Esto no sería noticia si no fuera por las espeluznantes teorías que en dichas páginas se plasman. Vamos a poner unos ejemplos: empecemos por explicar, según estos autores (José Ramón Ayllón y Aurelio Fernández) el título de este post: Froilán, cariño, estos señores te pronostican un futuro muy negro porque según ellos,”…los hijos de padres separados o divorciados presentan secuelas uniformes: se perciben como extraños ante su progenitores, son personalidades inacabadas y con hambre de cariño” (debe ser que el querer y dar cariño está unido exclusivamente a estar casados. El resto de los mortales no podemos dar amor) y continúa la joya: “En ocasiones las rupturas familiares propician comportamiento desajustaos y dolorosos porque en su causa suele haber una ausencia casi absoluta de valores, lo que favorece la ignorancia del deber, el abandono de la escuela, la violencia doméstica y callejera, las drogas y la falta de salud”, es decir, Froilán, y resto de niños de padres separados: vuestros padres, no os pueden dar valores, ni cariño, son unos cabrones que os dejan tirados y no les preocupa lo más mínimo si estudiáis, si os drogáis o si os matáis.
Pero lo que más me heló la sangre fue su defensa del matrimonio. Pensar que los adolescentes de 14 años van a aprender lo que a continuación escribo hace que me den ganas de bajarme del mundo y dejar que se estrelle él solito. Para estos talibanes católicos la única familia posible es la formada por el matrimonio heterosexual, una institución “naturalmente estable y monógama” (me abstengo de hacer comentarios por el momento). Sin ambos ingrediente, continúa “la misma existencia de la sociedad se vería amenazada” (es decir, que los solteros somos la escoria que lleva a la sociedad a su destrucción, no la avaricia, la corrupción, la doble moral, las guerras, y la sed de gloria, no, todo eso, si se hace con tu cónyuge al lado, no lleva a la destrucción de la sociedad, somos los solteros los que vamos a acabar con ella… ¡maldita sea, deberían pegarnos un tiro!).. ahora viene lo mejor, porque el artículo continúa: ¿Qué hacer si hay desavenencias?... el manual de estos dos individuos que no deben tener madre ni hermanas ni las han debido tener... aconsejan a los esposos que no busquen “su propia felicidad, sino la del otro”. Claro, estos dos tipejos deben estar convencidos que el maltratador sabe que su mujer es feliz con un brazo roto, el hígado destrozado por lo puñetazos y la cara amoratada. Siguen: Si a pesar de todo la pareja no funciona dicen: “Hay que seguir esforzándose” (eso, eso, a darle más duro que esta mujer que es una puta desgraciada que se empeña en respirar quiere seguir siendo feliz y si le parto la cabeza con un martillo le voy a dar el paraíso). Y ahora viene la apología del maltrato: “Aún en casos que podrían clarificarse como trágicos, el divorcio no elimina la tragedia. La diferencia entre una tragedia sin divorcio y otra con divorcio consiste en que dentro del matrimonio la tragedia puede ser noble y ejemplar”….¿cómo se queda el cuerpo después de leer esto?.. a mi se me cae el alma, el corazón y la conciencia a los pies. Me avergüenza pertenecer a la misma clase animal que estos dos seres (por llamarles de alguna manera). Es decir, que si tu marido te pega, te degrada hasta ser menos que una bayeta, convierte tu vida en un infierno y la de tus hijos en un pozo sin fondo, hay que aguantar porque al final serás una heroína, una mujer ejemplar, pero estarás muerta y tus hijos heroinómanos, maltratadotes, delincuentes, con graves problemas psicológicos y faltos de amor… Ah!! No! Que esos son los de padres divorciados!!!, estos, los de los maltratadotes serán la élite social con grandes valores aprendidos en el seno de la familia, con unos grandes valores que les ha aportado su padre (como golpear sin dejar rastro, en lugar de dialogar… primero pega y luego, si acaso, pregunta….en fin esos grandes valores que esta gran iglesia católica (cuya base es el amor, según leí en un libro cómo se llama… sí! La Biblia) quiere mantener vivos a costa de todo, de la vida, de la salud, nada de eso importa: el amor es algo trasnochado que un judío de hace más de 20 siglos se empeñó en difundir… pobre hombre, estaría colgao, se habría fumao algo, seguro que sus padres estaban divorcidos….

No me voy a extender más, porque si me meto a lo que dicen de los matrimonios homosexuales y el aborto, siento que la sangre me hierve. Sólo un par de últimos apuntes: ¿Cómo es posible que el gobierno permita esta apología del maltrato social, físico y psicológico? ¿Cómo es posible que la iglesia católica permita estas aberraciones?¿Cómo es posible que una editorial sea capaz de participar en este genocidio cultural?.... cada vez me es más difícil encontrar la esencia del cristianismo en la actualidad. La jerarquía católica se ha cargado su propia religión.
Lo siento Jesús, que paren este tren porque yo me bajo.
Texto: Belisker

viernes, 5 de septiembre de 2008

Nunca me pasara a mi (yII)

Y se quedó así durante un rato, quieta. Era un trapo abandonado en mitad de una gran ciudad de la que ella era producto… o no. Encontrándose en ese más que lamentable estado, su mente le volvió a jugar una mala pasada… o no… De repente recordó a su madre, una mujer que hace un año y medio mostraba una sincera sonrisa en unos labios perfectamente perfilados, unos vivos ojos color miel que sonreían a la vez que lo hacía su boca. Una mujer llena de vida, de ilusión y de proyectos, de exitosa trayectoria, tanto en lo profesional como en el ámbito privado, que disfrutaba con un marido que la adoraba y tres hijas que eran su orgullo. Esa imagen contrastaba, dramáticamente, con la última que vio de su madre, hace dos meses, cuando se fue de casa en compañía de seres y sensaciones irreales. Segundos antes de cerrar la puerta, vio a una mujer apagada, sin vida en los ojos, que se habían hundido en las cuencas en un intento de hacer realidad el refrán aquel de que “ojos que no ven, corazón que no siente”… pero no lo consiguieron, pues aquel corazón que había saltado de alegría hacía 33 años, cuando, por primera vez tuvo a su primera hija en los brazos, ahora estaba agotado por las noches en vela, torturado por las mentiras, muerto por su hija. No supo porqué, pero siguió recordando: Las siguientes imágenes eran de una fiesta de cumpleaños, hace dos años. Hacía dos meses que había regresado de un alucinante viaje por el continente asiático. Un mes de pura emoción y sensaciones nuevas todos los días. Para ella era un sueño cumplido pues siempre se había sentido atraída por esa parte del mundo, tan diferente al suyo. En el viaje había coincidido con un grupo de gente de su misma ciudad y, al saberlo, no pudieron por menos que esbozar una sonrisa y decir la coletilla de siempre “Viviendo en la misma ciudad y nos hemos tenido que conocer tan lejos”. A partir de entonces, el viaje se hizo más intenso, si cabe, que antes. Ella ya había coqueteado con las drogas “blandas”, con esas que no hacen daño, pero que están prohibidas; la primera vez que tuvo un porro en sus manos, sintió pavor por lo que iba a hacer, ya que llevaba toda su vida oyendo cosas terribles y salvajes de ese mundo al que estaba a punto de entrar. Pero la ocasión lo merecía, se dijo,: una fiesta en casa de unos amigos para alegrar la velada y celebrar que habían acabado, unos peor y otros mejor, el curso. Y la experiencia no fue tan mala como le habían hecho creer. Se sintió relajada, tranquila y se rió mucho, una risa fácil y, en algunos momentos, algo nerviosa, de esas que no puede parar y no sabes muy bien porqué. Después de esa noche, había probado en varias ocasiones esa sustancia inocente, pero nunca había tenido la necesidad de utilizarla en sus salidas, sus fiestas, sus reuniones; siempre se lo pasaba bien, si había María como sino. De modo que, cuando sus nuevos amigos le ofrecieron compartir una noche de risas, María y algo más para poner un broche de oro a un día intenso, no le hizo ascos y aceptó gustosa, pues realmente se encontraba muy a gusto con ellos, todos con un coco, en principio muy bien amueblado y futuros profesionales en su país, donde eran la nueva generación de abogados de éxito, profesores universitarios excepcionales, economistas de élite e, incluso un joven militar que apuntaba grandes dotes para el triunfo…
Mientras se incorporaba y trataba, torpemente, de ponerse en pie, siguió con esa imagen en la mente y sonrió, una sonrisa desdentada y sin calor, pero sonrisa al fin y al cabo. “Que bien lo pasábamos cuando este veneno no se instalaba permanentemente conmigo” “Sé que es una muerte lente, pero me da tanta paz…” “Sí, estoy enganchada, pero sé que puedo desintoxicarme cuando quiera””¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde están mis colegas?” Volvió a esa fiesta de cumpleaños, de hace un par de años. Sí, rodeada de sus viejos y nuevos amigos, en una casa rural alquilada para ellos solos, en la sierra madrileña. Tres días con sus tres noches para disfrutar, hablar, reír, beber, fumar y lo que se terciase. En una palabra: Arrasar. Uno de sus compañeros, que había conocido en el viaje y con el que había congeniado desde el primer día de una forma especial traía una sorpresa: “dejémonos de porros y mariconadas de esas”, recordaba ella que había dicho su amigo; “Si queremos disfrutar a topa de los tres días y aprovechar hasta el último minuto, lo mejor es esto”, dijo abriendo la mano para dejar ver dos botecitos de cristal marrón y verde de unos cinco centímetros de alto y en cuyo interior algo sólido pero en polvo se movía cuando los agitaba.
Ese fue el momento en que su vida cambió por completo. Esos frasquitos contenían un veneno que actuaba bajo la cruel máscara de la evasión, la tranquilidad y el buen rollito. Quemar una de esas sustancias y aspirar su humo fue su perdición. Ahora recordaba con una sorprende nitidez lo que ocurrió en esos dos años. Ahora veía que lo que, antaño, ella aseguraba que no le engancharía, que sólo lo utilizaba para disfrutar y sacarle todo el jugo a la vida era, en realidad, su condena a muerte. Lo suya y la de su familia.
Mientras caminaba, rememoraba los acontecimientos: pasó de consumir por invitación y si se terciaba, a comprar ella, por necesidad, para controlar su cuerpo que empezaba a no obedecer una mente cada vez más muerta. Su dinero, ahorrado para viajes, ahora se iba en otros destinos, en apariencia mejores, pero al final mucho más oscuros. Ello dio paso a préstamos, pequeños robos, mentiras y desgaste tanto físico como mental. Cuando ya no pudo sacar más a su familia sin levantar serias sospechas, dio el paso de alquilar lo único que era suyo, su cuerpo. Y cuando esto ya no fue suficiente, ya no le importaba que su familia se enterara; lo más importante era conseguir esa paz bendita. Mintió, juró, perjuró y prometió; chantajeó… cuando sus padres se dieron cuenta, le ayudaron, la sometieron a un caro proceso de desintoxicación, que ella no supo aprovechar, pues a los pocos meses estaba otra vez robando, mintiendo, degradándose… Y un día se marchó de casa, fue el último día que vio los ojos de su madre, sus manos crispadas por los nervios y la impotencia…
Todos esos recuerdos hicieron que un atisbo de luz luchara por abrirse camino en su corazón. Su madre,.. su madre era su refugio, como cuando era pequeña y había tormenta, era su tabla de salvación. Le enseñó a nadar en el mar y ahora podría enseñarle a nadar en la miseria, para salir de ella. Sí, iría a verla y se acurrucaría en sus brazos y, por fin podría tener un sueño tranquilo y reparador. Caminó con una fuerza inusual en ella, al llegar al cruce de las dos calles se paró: Miro a la derecha, un camino que recorría varias veces al día en busca de su compañero. Miró a la izquierda, por donde habría de caminar un largísimo trecho antes de alcanzar su, otrora, hogar feliz. Giró su cuerpo y se encaminó hacia el poblado de la muerte: “Es la última. Después iré con mi madre. Sí, eso haré, me despediré de ti, maldito compañero y luego volveré a casa”, se dijo mientras volvía a arrastrar los pies y a tambalearse…
Texto: Belisker

Nunca me pasará a mi (I)

Mientras paseaba por mi barrio con Thot, vi a una chiquita sentada en el suelo, apoyada contra el muro de uno de los edificios. Me impactó mucho y esta es la historia que le imaginé. Es un poco larga, por eso la pongo en dos trozos


“¿Cómo ha podido llegar a esa situación? Una chica tan joven y ¡¡parece que tiene sesenta años!!”... estas palabras atravesaron sus oídos hasta llegar al cerebro, donde éste, en un intento de volver a ser el que era, trató de procesarlas, pero le costó un triunfo y casi no lo consiguió antes de quedarse totalmente embotado y adormilado. Cuando la joven y su cerebro volvieron de un mundo onírico en el que todo era paz y que hacía sentir tan bien a la muchacha, esas palabras estaban esperando, agazapadas, el mejor momento para saltar sobre su destrozado cuerpo y débil mente, para recordarle que donde había estado era, en realidad, un espejismo, una realidad virtual alimentada por un monstruo que ya había dejado serias y permanentes secuelas en su cuerpo; un cuerpo que un día tuvo curvas y que, ahora, apenas se mantenía en pie.
Abrió los ojos e intentó enfocar los objetos que le rodeaban. No recordaba dónde estaba ni cómo había llegado hasta allí. Se vio sentada en el suelo de la calle, con la espalda apoyada sobre el muro blanco de un edificio de viviendas y las rodillas contra el pecho, a la vez que las manos abrazaban unas piernas que conocieron tiempos mejores. El pelo revuelto, pidiendo a gritos un poco de agua y champú para volver a tener la suavidad y el brillo de antaño. Miró a su alrededor y el tenue sol que ya se estaba marchando cegó sus ojos. Sacudió la cabeza, tanto para intentar que la luz natural no le molestase, como para alejar esas malditas palabras que aún insistían en golpear una y otra vez su cráneo.
Apoyó la cabeza contra la pared, ya que por sí sola no podía mantenerse erguida, para intentar tener una pose más digna, pero ni así lo consiguió. Lo único que obtuvo fue recibir las miradas de lástima e, incluso, desprecio de algunos de los viandantes que, al verla, se alejaban disimuladamente. Pero ni siquiera eso le hizo reaccionar, ya que no le importaba nada o, quizás sí, pero el humo tragado al quemar ese polvo blanco que esta vez era demasiado puro, le impedía pensar en algo que no fuese él mismo, así de egoísta era su compañero, su única compañía y por la que era capaz de cualquier cosa por mantenerlo a su lado. Todo estaba en venta, sus ropas, su cuerpo, todo. Cualquier cosa que le hiciese conseguir a su camarada era bien recibida. No importaba si para ello debía someterse a la peor de la humillaciones, como por ejemplo, ser golpeada por un tipo para después tirarla contra un jergón sucio y apestoso, hacerla hundir el rostro en él mientras el baboso de turno la penetraba violentamente por detrás a la vez que la insultaba y con cada insulto un empujón más fuerte que el anterior y más babas caían sobre su destrozada espalda. Incluso esta escena que, no sabía muy bien porqué, había aparecido en su mente le había parecido bien, pues gracias a aquello había comprado un poco más de paz.
Cuando fue capaz de ver con cierta claridad, observó a las dos mujeres que la habían despertado y revuelto sus recuerdos, e hizo una mueca que quiso ser una sonrisa de desprecio, pero sólo consiguió mover ligeramente el labio superior derecho.
No podía moverse, no sabía cuánto tiempo llevaba allí sentada y no le importaba mucho. Para ella el tiempo hacía mucho que había perdido su significado. Intentó moverse, pero el oxígeno envenenado que aún transportaba su sangre se lo impedía, de modo que desistió y se quedó ahí, tirada, como una marioneta que un niño arroja a un rincón. Las primeras estrellas iban apareciendo en el cielo aún azulado, cuando volvió a abrir los ojos. Esta vez estaba un poco más despejada y también un poco más alterada. Se le acercó un pequeño Yorkshire Terrier, juguetón y con profundos ojos negros. Ella intentó acariciarlo, recordaba que le gustaban los animales, y lo único que consiguió, de nuevo, fue que su mano golpeara el suelo, pues las reservas energéticas estaban al límite y no podían desperdiciarse en actos tan prosaicos como mover un brazo. Su cerebro, aún pensaba que lo más importante era mantener el corazón latiendo, aunque fuese a duras penas.
Texto: Belisker